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domingo, 21 de diciembre de 2014

Un domingo cualquiera

Hoy ha sido un domingo cualquiera. Un domingo de desayuno tardío y de pijama hasta las 12. De paseo, aperitivo y comida a deshoras. De siesta, televisión, merienda y vuelta al pijama. De cenar las sobras de la semana ("restos de serie" según mi suegra, "pan y pillao" que diría mi madre) y acostarte viendo una de esas películas que has visto decenas de veces. Un domingo cualquiera para una persona cualquiera, un domingo rutinario quizás, aburrido incluso, donde la alargada sombra del lunes amenaza desde primera hora de la tarde. Mucha gente no suele apreciar estos días, algunos incluso llegan a odiarlos por ser la antesala de una semana laboral todavía más rutinaria si cabe. A mí me encantan. Quizás sea porque mi rutina es distinta, una rutina que no entiende de laborables o festivos, que en ocasiones no distingue noches de días, o quizás sea porque mi rutina no es rutina y eso me permite saborear cada momento como si fuera único.